La muerte de la Muerte
Despierto entumido y sobre mi cama.
El sol me da en la cara.
Ni con eso se me pasa el frío o el dolor de cabeza. Pero, por alguna extraña razón me sentí aliviado. Me había sacado un peso de encima anoche. El alcohol fue algo que me dejó más suelto. Así inhibo al remordimiento.
Se que soy un profesional, pero sigo siendo humano. Cada vez que hago mi trabajo, espero que el pobre imbécil no tenga que sufrir mucho. Pienso que, si he de morir (y eso es algo que si suele suceder mucho en este rubro), espero algo rápido y sin mucha parafernalia. Por lo menos eso concedo a los que han caido bajo mi mano.
Me pongo la bata y voy al baño.
Soy un desastre: la boca un tanto hinchada, el pómulo cortado y pintas de sangre en la cara.
Me desvisto y a la ducha.
Cargar con ese quehacer, es más que un trabajo: es un divertimiento macabro.
Quiero un whisky. Y un cigarro.
Me sirvo un vaso y prendo un cigarro. Voy a la terraza. El día es azul.
Azul como el blues y negro como el abrazo de la muerte.
Alguien llama por teléfono.
Suena una, dos, tres veces.
A estas horas no recibo llamadas, menos a este número.
- ¿Aló?- respondí.
- Vinko, ¿eres tu?- dijo la voz al otro lado del auricular.
- ¿Quién más? Eres muy estúpido- le dije.
- Los jefes están complacidos. Buen trabajo- dijo con falsa adulación.
- Nada de adulaciones, Victor. ¿Qué carajo quieres?
- Alguien quiere matarte - lanzó secamente.
- ¡¿Qué?!
- Tal cual, viejo. El Gringo averiguó que lo habías cagado- respondió.
- ¿Y quién te dijo que eso era verdad?- devolví para ver la verdad.
- Eh... este... yo... -balbuceó.
- Estás muerto, Victor.
¡Hijo de puta!
¡El muy hijo de puta me cagó!
Menos mal que no sabe donde vivo.
Si hay algo que he aprendido en los años de asesino es que nunca, pero nunca confíes en todos. Menos en una mujer.
Debía hacer algo.
Rápido.
Debía llegar a Victor antes que el gringo. Si no, era hombre muerto.
¿Cómo lo cago?
¿Cómo lo mato?
Ya lo tengo: la Jenny me va a ayudar.
Sabía que le faltaba plata. Además la droga la tiene hundida en una adicción que la iba a matar. Pero, no soy tan cabrón como para pedirle que lo matara por plata.
Quería que me lo tuviera listo para mí. El muy chucha de su madre me la iba a pagar. Tomé el teléfono y marqué:
- ¿Jenny?- le hablé.
- ¡Vinko!- dijo con su vocecilla rasposa.
- Necesito un favor. Ubícame a Victor, pero que no sepa que lo busco. Tengo que despacharlo -le dije con prisa.
- ¿Por qué? Será muy jodido, pero no es tan malo- dijo intercediendo por él.
- ¿Te parece si te doy dos palos?-le ofrecí.
- ¡¿Qué?! ¿Dos palos? Vinko, yo... -me respondió titubeando.
- No te estoy pidiendo que lo mates, sino que me lo retengas...-le expliqué. ¿Tenemos un trato?
- ¿Cuándo me das la plata?- respondió rapidamente.
- En el momento. En efectivo -le señalé.
- Dame una hora -me dijo.
- Una hora.
Y corté.
Ahora, lo que viene es cómo voy a hacer desaparecer al Gringo.
Este tipo era más duro, con más poder y más gente que lo cuida.
El tiempo está en mi contra.
Me serví otro whisky y volví a prender un cigarro.
Bebí lento y fumé con calma. Y deseo follar.
Se que puede ser el último trago, pucho o polvo. Me gustan las mujeres. Bastante. Por eso desconfío de ellas.
Tenía que conseguir un arma. La mía hacía tiempo que la tuve que vender y la última que usé, fue a parar a las manos de un viejo amigo.
Marqué un número. Llame a mi "proveedor":
- Mingo, ¿estás?- le dije con rapidez.
- Vinko, qué sorpresa- me respondío con su típica voz sonriente.
- Chuma, necesito una pieza ahora- le pedí con avidez.
- Ven a elegirla- me respondió.
- No tengo tiempo. Tenme preparada alguna, con un silenciador. No estoy de ánimos de armar escándalos- le especifiqué.
- Como quieras. En un rato te la tengo- finalizó.
- En un momento voy. Adiós.
Tomé las llaves de mi auto y me fuí a donde el Mingo.
Al Mingo lo conocí en Miami hace unos años, cuando por encargo, me mandaron a un "encargo". Le vendía armas a los dealers y yonkies de por allá y por casualidad me topé con él. Mi hermano tenía razón en decir que "en cualquier parte había un chileno".
Él me obsequió esa vez, una buena pieza. Y con ella mandé a varios indeseables al cementerio.
Suena mi celular. Es ella.
- ¿Y?- le pregunté con voz ansiosa.
- Lo tengo listo. Esta noche, en el hotel donde atiendo- respondió ella con rapidez.
- En una hora más estaré allí. No faltes- sentencié.
- Está bien- me dijo.
Voy a más de 100 km/hr. El relój corre y odio ser impuntual.
La autopista está a medio llenar. A mí no más se me ocurre venirme a esta hora por aquí.
Comentarios
es lenguaje tan malandra, esas palabras q re chuchas es "Chuma"
:S
beeeso
Con lo del whisky, cigarro, sangre y follar al despertar el simil con Charles Bukowski es evidente, me agrada, pero espero el relato (continúa cierto??, sí)no sea un fin Tarantinesco.
Sigo leyéndote....
MagnoliaN
LLegará a Victor, o al Gringo?
Cada día me gusta más leerte!
Besos my friend.
Acerca de lo otro ya habrá novedades
saludos
*m@N4*
Don Santiago,
Santiago.
Le saludo atte.
Un abrazo chilenito.
te dejo un abrazo grande!!
Natalie.
abrazos!!
Una muerte sin mucha parafernalia ¿pero qué muerte no la tiene?
Sí, es verdad, muchas. Me imagino que las más tranquilas y serenas se libran de todo el bim bam bum, pero hoy en día hasta dejar de vivir tiene que ser todo un evento.
No sé, cuando yo muera, me gustaría hacerlo sencillamente y dejar, al fin, el espectáculo de lado.
beso
Saludos!
Lo lograste.
Ahora iré por un whisky y un cigarro.
Saludos bonito, y nos estamos viendo cuando regresemos de nuestros hogares!
Un beso grande...
Limary
Del sur...eso es sur?ja!
Besines
"A mí no más se me ocurre venirme a esta hora por aquí.
(ja ja ja)
Que velocidad, mi dios, para el relato!
abrazo.
indianala
Siga con estos relatos...por favor
Saluditos!!!
¿y?
¿Qué pasó?
Yo quiero saber lo que sigue.
Quedé muy intrigada.
Saludos amigo Santigo, se cuida!
Espero la siguiente entrega con ansias.
Tras lo dicho, no sé si mandarte un abrazo o esconderme ;-)
No he leído nada más tuyo, sé que basta con bajar un poco, pero creo que voy a esperar a terminar con este relato.
Mantén la intriga, y continúa siendo tramposo hasta el final... como Dumas, y reservate un giro final impactante.
Un saludo desde el Otro Lado.