Anónima
Cinco de la mañana.
La pieza se siente oscura, borrosa, desordenada y húmeda. La noche aún cae en la ciudad. Estoy en mi cama, desnudo, mirando el techo y fumando un pucho. ¿Qué pienso? No sé. A veces no quisiera pensar en algo y de una vez hacer las cosas.Como hoy, hace una hora. Una morena de la cual no recuerdo el nombre, está suelta durmiendo sobre mi cama, completamente desnuda. El pelo todo desordenado y su rostro durmiente, hacen de ella una imagen bastante apacible. Pero, no me acuerdo del nombre. Pero sí de cómo nos habíamos encamado.
Me levanto de la cama y voy a la ventana. Décimo piso.
La altura hace que todo se vea tan insignificante. Si me cayese, tan sólo sería una mancha en el pavimento: me volvería nada.
Tengo sed, y me da lata moverme de la ventana. Se siente el viento frío rodeándome tan suave que me da escalofríos. Y el pucho en la mano hacen que la imagen sea más completa.
Cierro los ojos y respiro hondo.
Pienso en la mañana a punto de aparecer por detrás de esas montañas azules y violetas y en cómo se llama esa morena.
Voy a la cocina y tanteo en la oscuridad el interruptor. No lo encuentro. Pero sé dónde está el refri. Ahí, me espera una lata helada de cerveza. No la abro. Me la llevo al living. Quiero oir algo de música, en volumen bajo, con la luz apagada. Quiero relajarme.
Me echo desparramado sobre el sillón, pongo el CD y abro la cerveza. Doy el primer sorbo y lo dejo pasar lentito por la garganta: quiero sentir el frío. Refrescante. De fondo, algo de R&B suave y la luz oscura, me dejan piola, como en estado de… no sé, me relaja.
Y mientras me pierdo en el ambiente, siento una mano deslizarse por mi cabeza. Es el típico “cariñito” en la cabeza. Me dejo querer; tranquilizándome, la dejo hacer. A esas alturas, si ella hubiese querido matarme, yo no me habría percatado. A eso no le habría hecho el quite. Habría muerto tranquilo.
Su otra mano ronda por mi pecho y mi estómago. La sangre me empieza a ebullir, pero no me quería mover. Me la imagino con sus ojos entrecerrados, con una sonrisa entre pícara y maliciosa. Empiezo a agitarme un poco. Quiero poseerla; quiero su cuerpo tibio sobre el mío. Abro los ojos y no está. Veo su silueta desplazarse hasta la pieza. Como un imbécil la sigo. El instinto ahora me maneja y me vuelve esclavo de ese cuerpo desconocido.
La encuentro desnuda, acostada de espalda y con los brazos extendidos hacia los lados. Sus ojos cerrados, sus senos puntiagudos y su entrepierna llana son todo un espectáculo.
Me acerco.
La beso desde la frente hasta el final de sus piernas torneadas y suaves. Mis manos la tocan con desesperación, recorriéndola como un ciego leyendo braille. Ella gime, suda, se retuerce. Goza.
La penetro.
Un grito ahogado.
Sudor, movimiento, besos que suenan y saben a frenesí. La vida se nos va y a nosotros –entrelazados en una danza de sexo- nos importa una soberana raja.
Pasan unos minutos y ninguna quiere separarse del otro. Insistimos en no perder el aliento; el gozo y el placer se empiezan a agigantar. Se llena la habitación de sus gemidos y de los míos; de nuestras caderas chocando en un ruido sordo. Se nos resbala la vida en el cuerpo. Y, en un momento, nos rendimos en una explosión de nuestros cuerpos fundidos.
Después de eso, nos rendimos al sueño.
Diez de la mañana.
El sol me da en la cara y siento la cama fría.
No está. Se fue.
La caña me invade y voy al refrigerador por algo para tomar. La cerveza mañanera siempre recompone el cuerpo. Y siento hambre. Por eso, me empiezo a vestir para ir al mercado a comer un mariscal.
Enfilo hacia el ascensor y presiono el botón para que llegue. En eso, se acerca mi vecina: una cuarentona separada que, desde que vivo aquí, lo único que ha tratado de hacer es meterse conmigo. La separación fue bien traumática aunque –según cuentan las malas lenguas del edificio- ella sacó la mejor parte.
La tipa me mira con cara de tener hambre. Los ojitos le brillan y atina a decir un silencioso “hola”. Y lo miro no más. No quiero cachos. Me basta con tener que pelear con la U, la casa y todo lo que concierne a mi propia vida. Me meto en el ascensor que llega y ella se sube detrás de mí.
Silencio. Incomodidad.
¿Por qué mierda no esperé otro o me hice el hueón? En el fondo, igual pienso que le hace falta un cariñito a la señora esta.
En el octavo piso, hago contacto visual. Alerta: la tipa sonríe y hace un gesto con sus labios como gozando con lo que está viendo. Me imagino la película que se debe estar pasando: el ascensor para; los dos atascados y no nos pueden sacar hasta muchas horas más. Resultado: sexo desenfrenado y altamente lujurioso.
No le daré tal gusto. Ruego porque no suceda.
Primer piso. Estoy a salvo. Creo.
Porque antes de que se abra el ascensor, la tipa me da un agarrón a mansalva en el culo. Lo sentí eterno. Atino a mirar para atrás sin articular palabra alguna y la veo con una sonrisa en sus labios. Era su momento de victoria.
Yo sigo mi camino y me voy al mercado. Paso regular y con los lentes oscuros. Walkman en las orejas escuchando a Luca Prodán diciendo: “Mejor no hablar, de ciertas cosas...”. Luca tiene –más bien, tenía- razón: mejor no haber hablado ni hablar con nadie lo que pasó en el ascensor, sobre mis problemas de mi vida y toda la mierda que repente te llena y te hace querer lanzarte de un edificio.
Voy por Ahumada viendo pasar a la gente. Y eso es lo que la gente –generalmente- hace por la vida: pasar. Muchos sólo viven de lo que hacen; de lo que el resto dice; de lo que los políticos o autoridades les imponen o simplemente de lo que la tele te ordena –subliminalmente- a comprar. Es cosa de ver la tremenda pantalla que hay en la esquina de Moneda. Una gran boca silenciosa que vomita la irracional compulsión por consumir.
Yo, no comulgo con eso.
Mientras camino, trato de acordarme del nombre de la morena. ¿Cómo chucha se llama? Creo que recuerdo todo lo que pasó anoche: el bar, la conversación, la ida al departamento. ¡Todo! Y, ¿por qué no su nombre?
Entonces, se me prende la mente. ¡Ya sé cómo acordarme!: el celular.
¿Dónde estará?
Me tanteo; busco en mis bolsillos; en mi bolsón.
¡Mierda, lo dejé en la casa!
Así, con raja me voy a acordar.
¡Ah, filo! Después veo.
Comentarios
Si la morena quiere más
Si la morena grita más
Pues dale lo que quiere!!!
CANDELA CANDELA
QUÉMALA!!!! (8)
Los Ilegales
saludos
yO
me reí mucho con el post de arriba!
En una de ésas la vecina guarda sus sorpresas y termines tan adicto a su cuerpo como con la morena anónima...
Saluditos
Fuera de broma, me atrapó este relato, rescato sobre todo una imagen muy poética: "se nos resbala la vida en el cuerpo". Sencillamente genial. Me encantó... besos!
este relata esta interezante, tanto qeu a mi gusto pide una continuacion.
Saluditos!!!
Me encantó este cuento!!!
P.S: me quedan como 200 paginas para terminar a Ecco, gracias por prestarmelo, te adoro por eso! y por muchas cosas en verdad
besos gordos
nos seguimos visitando
Me gustó la misma frase que a Ale Dening, decia mucho del momento y esa descripción del choque de caderas en un ruido sordo.
Cada día mejor.
UN beso grandote.
Buen relato. choque de caderas y que el mundo se vaya a la cresta pero el momento es sagrado
the holy moment!
buen relato. Tambien me lo imagino en NY pero el mariscal como lo conozco solo puede ser en stgo de chilito
puro sexo desenfrenado, despreocupado y bien.
Hay unas frases tuyas de punto final muy buenas, me gustaron ene.
gracias por el viaje!
bye
noo!!
beijos, te quiero
por la cresta q es rico tirar.
muy bien, Paz, muy bien - te lo dice la nena que escribe porno barato.
jeje.
besos, besos, besos.
Pero bueno aquí está, para disfrutar este relato. Si quieres volver a verla ¿Como la llamaras?
Morena, oye........buen punto. Como se te olvidó el nombre, mejor pincha y corta, para que te devuelva el llamado, y contestas habla Stgo. Ella tendrá que decir el suyo.
Un abrazo del observador, que ya recorrió todo este blog. Nos vemos
difícil que lea la sgte..
abrazos amigo!
en relación a las señoras de las 4 décadas... el que come bueno y malo come todo el año...eso no hay que olvidarlo...
adios
saludos compadre
Nos leemos pronto (:
Abrazo, y hay algo nuevo en mi blog!!
Natalie.
(gracias por el enlace)
Q.
y q?
se acordara del nombre?
o solo imagino a la morena?
cuidate
besiii =*
Esas son las experiencias ke me pierdo por no vivir sola?? wuau...bueno no me puedo kejar hace un par de meses volvi a mi "Hogar"...pero buenooo...ya volverán los tiempos de independencia ^^
Cuidate...y espero ke te hallas acordado de su nombre...
gracias por tu post..........
obviamente me acuerdo de las galletas Competa.
Recuerdo que tenia 11 años y estando en mi colegio en Parral... en esos tiempos pensaba,,,,
Estas son las primeras demostraciones de libertad y de mocracia despues de una dictadura prolongada????
abrazos
yO
Tal vez la morena no dijo su nombre, para qué...a veces esas cosas importan poco y luego,mucho después, haber si nos acordamos si quieres si dimos el nuestro...
Claro que la vecinita, esa si que necesita una mano,bueno, unas dos!jajaja.
Pillaron volando bajo parece!
Y esas caras de sorpresa!jajaja.
J.P.!!Cuidate mucho y haber si ahora por fin, después de no se cuanto tiempo,jaja, nos juntamos!
Ahí me avisas, mira que como ya no tengo casi vida, necesito salir de la rutina!
Ya!Te me cuidas mucho!
Auf Wiedersehen!
Besotes!
tus historias siempre son geniales
sobre la vecina, ahi es otra cosa, mejor mantenerla a la distancia, ella tiene sus propios rollos
te dejo muchos cariños y que esta semana sea linda y estes muy bien
gracias por tu compañia
besitos
besos y sueños
- a alguien hermanito de nuestra esquina le encantaría leerlo... le recomendaré... es un vampirillo;
- muy bien las mañaneras negras: cerveza y morena (qué imagen de medusa en blanco negro... cabello negro sobre sábanas de hospital!);
- es una conjunción exquisita y exótica la del lenguaje poético soez en sus relatos;
Un abrazo señor...
gracias
Me ha gustado mucho, veo que dentro de tí, por tus venas corre miel...
Beso ;*
Y con respecto al nombre, tal vez si la volvieras a ver, tal vez podrias probar con preguntar su segundo nombre y luego así decirle que te gusta más "*****" que el otro....no caben dudas que caería en la trampa.
Saludos celestiales Lu!
Lo leí de una.
Y la segunda parte para cuando? :D
Un abrazo
abrazos
*mãńįŧâ*
Abrazos de bromito.
Volveré por estos pasillos..Seguro!
para cuando el resto, la primera parte rebuena!!!
saludos!
(Carcajadas, excelente relato. Con escalofríos y sonrisas incluidas. Cariños).
Un abrazo padre, siempre es un gusto pasar por tu casa...
espero nos leamos pronto, un abrazo
Paso el dato jaja, el domingo estoy de cumple, espero un regalo jajaaj
:*
las montañas, antiguas compañeras blancas de una cordillera extensa, dan una pincelada a liberar la imaginación espontánea,
y querer de imediato aprovechando el impulso la segunda parte...