Sicario


Escrito por Yilux

La calle empapada no importaba a esas alturas del encargo. El único farol de la esquina entregaba mucha luz al ambiente como para seguir esperando ahí. Faltaba poco para que el encargo llegara. El asunto era claro “envarar con notificación”. Eso le molestaba mucho, porque antes de hacerlo, había que mirar a los ojos, quizás conversar unas cuantas palabras. Hacer un poco más amable el trato. Después de todo, el no era como todos los otros sicarios. Él se sabía el mejor de todos. Era callado, y todos pensaban que era mudo; lo que nadie sabía era que lo era por voluntad propia.
Sólo se sabía que era un hombre de temer.
Su voz era la muerte y sólo la conocían quienes debían partir a voluntad del contratista.
Tenía su lado amable, un sentido de justicia un poco más amplio que la concepción occidental; era de trato justo y preocupado por el bienestar de los más desposeídos.
No mataba por matar: era un juez. Escogía muy bien a sus víctimas y era normal que rechazara algún “encarguito”. No le importaba el dinero, sólo el problema.
Ya eran las ocho con treinta, la hora en que el encargo pasaba por donde él esperaba.
Vittorio estaba esperando, y a él no le gustaba esperar, ese era el momento más crítico de todo, el tiempo lo hacía pensar y eso lo desesperaba, convencerse de que podría haber sido alguien mucho mejor de no ser por su padre. Siempre pensaba en lo mismo, liberar a su familia de aquel monstruo siempre ebrio, había sido la primera decisión que le había costado más tomar.
Ocho treinta y tres.
Bajo el brazo, estaba el reloj que le había regalado el mismo fantasma en el que estaba pensando la última vez que su familia se reunió.
¡El tipo aparece! En la oscuridad, por última vez, revisa la foto para que no exista equívoco.
Saca un cigarrillo.

- Amigo ¿tiene fuego?
- Si creo que está…

Se revisa toda la ropa hasta que encuentra una deformada caja de fósforos. - Aquí está.
Las hojas del árbol anoréxico no resisten el viento y ceden a la gravedad. El Yiyo demora un siglo en encender el pitrén, el muerto vivo lo espera, entre tanto, de su parca saca algo que ya nadie usa: una petaca.
Mientras estira el brazo para recibir los fósforos, Vittorio hace un gesto de repudio, su padre usaba un aparato idéntico para mantenerse borracho.
- Muy amable.
- De na´.

El tipo hace ademán de seguir su camino, cuando Vitto lo detiene.
- Lo siento, pero fuiste un maricón.

El asesino era rápido, sabía lo que hacía, le estaba mirando los ojos mientras jalaba el gatillo suavemente.
- ¡No!
- ¡¿Cómo que no?! Decidió conversar.
- Tengo hijos, por favor llévese lo que quiera.
- No quiero nada, tu esposa es quien quiere que mueras, sólo eso me llevaré, todo.

El sujeto comprendió todo, y era preciso encontrar rápido una solución.
- ¿Tú le crees? ¿Sólo te quedarás con lo que ella te dijo de mí? ¿Qué hay de ella, sabes lo que hace?
El asesino vaciló por un momento, la pistola se alejó de la sien de su víctima que a esas alturas era una magdalena.
- Créeme, dame un momento para que te explique, por favor baja eso.
Cada vez tenía menos voz, el hombre se deshacía en llanto y al parecer tenía algo que decir. El escenario experimentaba un cambio y era necesario estar seguro.

Continuará…

Comentarios

Die Walküre dijo…
Uy!ese continuara me ha dejado helada...
Quiero saber que pasa!
Está muy emocionante!
Siento no haber pasado antes...
Cuidate mucho
Auf Wiedersehen!
Hada de Luz dijo…
Cuando la próxima parte...???
No dejes pasar mucho el tiempo... jejeje
Estaré pendiente!!!

Saludos y cuidese!

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