Domus Aurea

Entre el circulo me poso y me encierro entre sus cuerpos tallados y desnudos. Ahí, en ese domus aurea que me rodea, en el altar de columnas de piernas y torsos pujantes, las fuentes cárnicas pujan, curvan sus espaldas, presionan sus pelvis y se dejan derretir. Tiemblo. Las piernas se sienten de lana; la boca vibra y mis labios se aprietan. Tienen miedo.

Ya no quiero tu pan. Ya no sólo de la leche me quiero nutrir. Denme el bautizo hereje, esa agua que miran con desecho. Aspérjenme con sus manantiales profundos y viscerales. Porque ya no me basta con que estén dentro de mí. No me basta que sus manos me rocen. No, no es suficiente. No satisface que me sientas por dentro, ni los embates, el jadeo, los besos hinchados. No, no es suficiente. Ni que te grite que me calienta que me digan así. No, no es suficiente. No. Necesito humedecer mis labios con el precipitado de sus entrañas, beberlo, disfrutar el sabor acre, las líneas fluídas, la entrega desesperada de las vísceras

La congregación carniforme se disuelve y se pierde en las sombras y quedo allí, calado hasta la médula del raso aúrico y esteril de la micción, empapado, saciado, lleno el apetito del caldo de la ampolla intestinal.

Comentarios

nastenka dijo…
saludos desde argentina, buenos aires. nos estamos leyendo!
feñanosabe dijo…
A veces es necesario desanclarse de lo cotidiano. Nos guste o no, somos humanos.

Un gusto volver a leerte!
sb dijo…
Hace mil años que no pasaba por acá, buscando símbolos de paz.

:)
No, no es suficiente. Quedo con sed aunque me bebiera todos los fluidos corporales...

Pero como dice Woody Allen: "El amor es la respuesta, pero mientras usted la espera, el sexo le plantea unas cuantas preguntas".

Sólo en el amor se sacia la sed... pero, mientras tanto, tu texto es excitante.

Te dejo un beso tibio, Santiago, querido.

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