Sangre Inocente
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Frente a mi escritorio tengo el caso más crudo que he podido tomar en toda mi carrera. Cada vez que lo miro y repaso sus hojas, se me viene a la cabeza todo aquello que nos llevó a mi, mi equipo y la policía a dar con todas las respuestas.
Respuestas que, en el fondo del corazón de aquella familia que derramó tantas lágrimas, no quisieron enfrentar. La verdad los aterraba. Y a mí me correspondió dárselas. Fue muy duro tener que acercarme esa tarde a ellos, en los pasillos del cuartel policial, para contarles que la habíamos encontrado.
Pude ver, en un momento, cómo la esperanza brilló detrás de sus espaldas y me sentí miserable cuando continué diciéndoles que la habíamos encontrado. Si. Pero muerta.
Y fue ahí que el dolor se desató.
La impotencia. La rabia. La desesperación.
Sentimientos que para mí, en casos como estos, trataba de manejar con una frialdad profesional y de acero. Pero, no sé. esta vez, había algo especial. Sentí como las emociones de esos padres, que habían vivido tantos meses con la angustia clavada en el pecho y que les anudaba la garganta cada vez que los llamaba, me cubrían y de alguna forma, desarmaban mi investidura y me desnudaba de ella hasta volverme humano. No. La dignidad de mi magistratura, sellada con los años de esfuerzo y de trabajo duro se rehusaba a bajar de ese pedestal construido por un rigor dado por profesores curtidos, faltos de una chispa -a lo menos ínfima- de aquella humanidad que a nuestra profesión de pronto le hace tanta falta. Mi condicionamiento era fuerte. Pero, me dije: "¡A la mierda con los convecionalismos!" y estreché la mano de un padre con el corazón destruido, luego de abrazar a una madre que, llena de tanto dolor, ya sólo podía llorar lágrimas de sangre. Sangre que ardía de rabia. Sangre que ya no corría por las venas azul violeta de aquella muchacha, que la noche del 27 de noviembre, en medio de una espesa cantidad de vegetación, en un sitio baldío, encontró un sujeto tan inocente como ella. Este es el caso de Mariana Espinoza.
(continuará)
Comentarios
ESpero que llegue pronto el capitulo dos.
beijos.
A.
Admirables quienes en su oficio, le ponen garra, sudor y corazón, ellos merecen mi admiración.
Un abrazo Fraterno estimado.
Quedè metida con la historiaaaa!
No crea... no me siento así, solo me gusta escribir así...
besos desde mi etternidad!!!!
A la espera de la segunda!
Un abrazo
Nata.
Un abrazo, Santiago.-