Carta a mi padre

("Paternidad", serigrafía de Luis Germán Cajiga)


Para Omar.



¿Sabes? No había tenido tiempo de escribirte antes, pero la ocasión lo amerita. Mientras buscaba algo entre mis libros, dí con algo que pensé que se había perdido o que se había quedado olvidado entre las cosas del entretecho de nuestra primera casa.
Era un papel amarillento y algo ajado, pero estaba perfectamente doblado, con las orillas algo roídas y con ese inconfundible olor a antiguo. Ese aroma me evocaba recuerdos que la mente se encargó de dejar forjados en mí y me invitó a desdoblar aquel trozo de papel y pude reconocer en él una caligrafía grande y redonda, algo temblorosa y llena de pequeños borrones y manchas.
No pude evitar sonreír al darme cuenta de que era mi propia letra de niño estampada ahí. Una letra que maduró con el tiempo gracias a las aburridas horas de caligrafía que nos forzaban a hacer en el colegio. La leía una y otra vez y no paraba de recordarme la edad que tenía cuando la escribí, los juegos, el colegio, la casa y la energía y el cariño que había puesto en cada sube y baja del lápiz grafito y los lápices de colores -ya desteñidos hoy por el avance del tiempo-.
Recordé el momento en que te la dí. Era un domingo soleado y frío. Tratábamos con mi mamá de no levantar sospechas de lo que hacíamos en la cocina, aún cuando ya sabías. En mi inocencia, creí que sería una sorpresa. Pero, hoy pienso que si a mí me pasara exactamente lo mismo, tendría la misma expresión que tuviste cuando entramos en la habitación con el desayuno, mamá y yo, y ambos te decíamos "¡Feliz día, papá!".
Y mientras todos esos recuerdos fluían por mi cabeza, no pude evitar que las lágrimas me corrieran por el rostro y me sintiera con el corazón oprimido, clavado al pecho con un fierro candente.
Mi hijo me descubrió de pie frente a mi biblioteca llorando y se acercó preguntando qué me pasaba y por qué estaba llorando. Despacio, intentó rodearme con sus brazos y sólo logró abrazar una de mis piernas. Me decía que dejara de llorar porque él se ponía triste cuando a mí me veía llorar.
Al escucharlo, sentí como se me partía el alma y me hizo pensar en que yo jamás te vi a ti emocionado y al borde de las lágrimas por algo. Siempre fuiste un bloque de piedra frío por dentro y nunca aceptaste la ayuda que pudimos entregarte mi mamá, mis hermanos y yo. Quisiste ser duro y tu dureza te resquebrajó.
Y te odié. Te sentí tan lejano en mi vida y en cada paso que dí hasta llegar aquí. Te sentí tan impasible y tan falso como tu sorpresa de aquella mañana de domingo cuando leías el papel que te entregaba: "Te amo, papá. Feliz día. Te quiere, tu hijo".
Abracé a mi hijo y le dije que desde ahora, sería mejor padre de lo que tú fuiste para mí y que entre él y yo no existiría más brecha que nuestras edades.
Felicidades, papá: me has enseñado, después de tantos años, a ser mejor padre de lo que jamás tú pudiste ser. Qué pena que tenga que ser ahora que tú ya no estás aquí para verlo.


Comentarios

Anónimo dijo…
Qué profundo y hermoso, aunque duela leerlo por momentos, a la par que nostálgico y evocador.

Un fuerte abrazo desde el Otro Lado
Tristancio dijo…
No te imaginas cuántas cartas le he escrito a mi padre en la mente... pero serán eso, cartas no escritas, palabras no dichas.

Es difícil no sentirse huérfano (vaya, un "güacho") en la vida cuando el padre, aunque esté, sólo vemos su ausencia. Y después, cuando ya estás grande, intentas entender, y perdonar... y ser perdonado, también, por no ser el hijo que no pudiste ser.

Y sí, extrañaba tus cuentos (aunque siempre leo tus poemas, pero sobre ellos me cuesta más opinar, no me siento tan autorizado para hacerlo, en fin, ese es otro tema, para vino tinto y café, quizás). Es que tus cuentos me dejan así, pensando (hasta en el padre de Kafka), en tantos padres e hijos que en emundo han sido...

(Y sí, estoy de acuerdo contigo en eso de la literatura... que existe para que podamos inventar personajes que digan que no existe).

Un abrazo.-
Natalie Sève dijo…
Hay que sanar ese padre perdido y al huérfano sufriente, ya que esta historia no es más que el reflejo de lo que lamentablemente se viene dando en nuestro país desde O'Higgins en adelante.
La falta del reconocimiento del padre ha marcado nuestro carácter con una pena que no se termina y una falta de conexión y agradecimiento a la vida, una profunda separación del mundo y en resumen un odio tremendo hacia nosotros mismos.
Creo que ha llegado la hora de sanar al padre individual y de planear un acto masivo para sanar al padre colectivo... te tinca??
matlop dijo…
complemento a nuestro encuentro impensable

frente


al bellas


ARTES.



abrazos
amigo
Pájaro Verde dijo…
guau!.. valiente y hermoso texto. Felicidades poeta!
que texto con mas huevos por dios...
felicitaciones.
brendamontes dijo…
mi papá no fue el mejor. tuvo muchisimos errores. me dijo muchas cosas que a lo mejor no debió decir. y se guardo otras que yo necesitaba escuchar.

pero es mi papá.

ahora después de mucha distancia y tiempo, apenas comenzamos de nuevo. en otra etapa. Se casó de nuevo y adoptó a un pequeñin. Está remendando sus errores.

Yo creo que todos tenemos siempre una segunda oportunidad...
(des)afortunada dijo…
los viejos siempre nos están enseñando....a como ser...y como NO ser.

Abrazoides.
sb dijo…
buenas noches... mucho tiempo sin verlo....
propenso dijo…
Tantas cosas que nunca he podido decirle a mi padre y creo que nunca podré decirsela pese a "compartir" mucho tiempo. No nos nace parece.
Bonita carta don Santiago.
Nos vemos.
Saludos.
paloma dijo…
tu forma de ser esta marcada por ausencias te revelas ante eso .....no hay remedio debes superarlo
sé que ha pasado algún tiempo desde que escribiste esto, pero aun así siento la necesidad de dejarte algo, de compartir un pedacito de mí contigo... extraño!

Me emocioné hasta las lágrimas, mientras buscaba tus fotos.... me emocioné mientras me encontraba trabajando, supuestamente, sin poder excusar mi llanto....

Me emocioné porque mi padre si bien está, ya no está conmigo ni con mis hermanos, decidió adjudicarse una nueva tercera familia, un segundo matrimonio, dos nuevas hijas que no son suyas, un nuevo hijo que n es suyo y un nieto que tampoco lo es.... los prefirió a ellos en vez de sus 4 hijos y su verdadera nieta.... Siempre fui sus ojos (eso me decían), pero al parecer ya no quiso mirar más a través de mí. sino por sobre mí.

Muchas veces quise escribirle una carta tan linda como esta... una vez lo logré, en un antiguo fotolog que yo tenía... pero él nunca la vio y hace más de 4 años que no tenemos contacto.... y no hay posibilidades de retroceder el tiempo y cambiar las cosas.

Hoy ya no sufro, pero tu carta, me hizo recordar lo mucho que lo quiero y lo mucho que sufrí por su ausencia.. por su personalidad tan estoica, por su dificultad de demostrar sentimentos que no fueran la rabia y la furia y que mi mamá debía soportar en sus descargos. Si bien en alguna ocasión me pegó cuando yo era niña... creo que me duele mucho más recordar sus reproches y retos... tan frío, tan duro.

A diferencia tuya, lo vi llorar un par de veces y me inspiró lástima.... pero él solo y sin ayuda fue quien generó esos momentos y esas lágrimas.... cuando supo que la primera vez que nos alejamos nos estaba perdiendo... la segunda vez tuvo consecuencias más duraderas... y ya no hay espacio para ua tercera.

Entradas populares