La dama del salón
De entre todas, eras única.
Lo demás sólo era un mísero adorno. El centro de la gala eras tú.
Te paseabas con gracia por el salón, donde el frac y los vestidos de fiesta darían muestras de una chapa de banalidad y de pusilanimidad.
Y tú, apenas si tocabas eso.
Estabas tan fuera de ello y tan profundamente arraigada al caracter formal y señorial del ambiente, que era dificil convencerse de que tu vestido no te haría una imagen corporativa de esa rancia alcurnia allí reunida, bajo unas lámparas de lágrimas de vidrio y salones llenos de cócteles y comidas que jamás alguien como yo probaría.
Te amé al verte.
Y te quise como la mujer y madre de mis descendientes.
Y por el salón te busqué para regalarte lo poco que yo podría ofrecerte y que no era capaz de compararse con lo que cualquiera de los asistentes te podría ofrecer.
A la primera oportunidad, me acerqué y quise decirte mi secreto: que te amaba.
Pero, mala suerte la mía: derramé la bandeja del fino champagne en tu vestido.
Y tus ojos en furia y mi secreto atragantado mataron mi anhelo de decírtelo.
Lo demás sólo era un mísero adorno. El centro de la gala eras tú.
Te paseabas con gracia por el salón, donde el frac y los vestidos de fiesta darían muestras de una chapa de banalidad y de pusilanimidad.
Y tú, apenas si tocabas eso.
Estabas tan fuera de ello y tan profundamente arraigada al caracter formal y señorial del ambiente, que era dificil convencerse de que tu vestido no te haría una imagen corporativa de esa rancia alcurnia allí reunida, bajo unas lámparas de lágrimas de vidrio y salones llenos de cócteles y comidas que jamás alguien como yo probaría.
Te amé al verte.
Y te quise como la mujer y madre de mis descendientes.
Y por el salón te busqué para regalarte lo poco que yo podría ofrecerte y que no era capaz de compararse con lo que cualquiera de los asistentes te podría ofrecer.
A la primera oportunidad, me acerqué y quise decirte mi secreto: que te amaba.
Pero, mala suerte la mía: derramé la bandeja del fino champagne en tu vestido.
Y tus ojos en furia y mi secreto atragantado mataron mi anhelo de decírtelo.
Comentarios
A veces adivino cosas que no se porqué atraviesan mi cabecita.
uN BESOTOTE COLEGA.
(Me gusta el nuevo traje de tu blog).
Saludillos.-
Y la dama de salón era una gran biatch vanidosa
Yo no creo en ese amar de ojos.
Suck
Beso amigo, love ya nigga!
si yo fuera esa dama, tb me enfurecería. siempre he querido ser parte de esas reuniones de elgancia y quizás frivolidad.
Pd: me encantó tu enchulamiento, me mareaba el anterior.
Una envidia sana siento por la doncella descirta, quién fuera ella, para engalanarme con tus palabras, pero su actitud la convierte en una soberana imbécil. Déjala ir.
Y cómo es eso que no me entendiste, tan incohente estoy??
cariños
Magnolia N.
Un beso
Un abrazo.
Esta bakan la nuva imagen corporativa!!!!
Saluditos!!!!
Jamás había visto en la vida tan bella mujer,
La quise conocer,
Jamás la había visto moverse tan suave y sensual,
Yo la quise conquistar, una y otra vez,
De repente me di cuenta,
Que la mujer que yo veía eras tú,
Tan solo tú
...
y así sucesivamente.
Un abrazo
Linda historia ;*
abrazos y gracias x pasar!!
lo que escribiste
sucede con mas frecuencia
que lo que en verdad se imagina
solo que de diversas formas
gracias por pasar a mi blog
:D
kami
En fin, dormiré un poco y te seguiré leyendo.
Saludos
Besines Sito escritor
Me encantó tanto estos versos como la imagen.
Un abrazo y un beso !
http://tiedgirls.blogspot.com/