Carta abierta a aquella mujer
"Y quizás el amor no es más que eso
una mujer o un hombre que desciende de un
carro
en cualquier estación del Metro
y resplandece unos segundos
y se pierde en la noche sin nombre"
(Óscar Hahn)
una mujer o un hombre que desciende de un
carro
en cualquier estación del Metro
y resplandece unos segundos
y se pierde en la noche sin nombre"
(Óscar Hahn)
(Foto del Metro Lamark, en París)
Aquí comienzo mi carta. Igual como te conocí: escribiendo, solo y con un cigarrillo en mano. Es domingo y el cuarto donde estoy se hace infinitamente grande para llenarse de tu efímero recuerdo. No entiendo la razón de escribirte, pero el deseo de hacerlo es demasiado grande.
Pero, ¿qué decirle a alguien que no está? No quisiera ponerme esquizofrénico y empezar a responderme yo mismo las preguntas. ¿Para qué? Sería bonito oír lo que deseo oír, pero, el rebote del sonido me devolvería de una bofetada a la realidad: estoy solo en este cuarto, escribiendo y fumando, deseando oír cosas que necesito. No me imagino haciendo el mismo ejercicio de tu parte. Sería entretenido mirarte hablarle a un espejo, gesticulando y haciendo uso de tu mejor lenguaje para decirme -mas bien, decirte- lo que quieres oír. Suena loco. Lo sé. Pero, dime algo: ¿sería bueno hablarlo? Decirnos todo aquello que nos está pasando a ambos sería una terapia fenomenal. ¿Ves? Me estoy poniendo algo esquizofrénico. Debería alegar demencia y pedir que el caso sea sobreseído y guardado en las profundidades del tribunal destinado a resolver materias del amor.
El amor no se resuelve por el juicio. El juicio se pierde con el amor. Una frase que leí alguna vez, decía que el amor "es la enfermedad mas grave, porque ataca la mente, el corazón y el cuerpo". Y creo que todos los síntomas los tengo ahora. Me estoy enfermando lentamente.
¿Podré decir que estoy loco? No sé. Si lo estoy, mi percepción de la realidad estaría hecha añicos y éste no es el caso. Gracias que aún no te diviso en las nubes o en alguna sombra que se proyecta por las noches. No dejo, eso sí, de sentirme impregnado de tu nombre. ¡Maldigo el instante en que pude besarte y no lo hice! Pero pienso, de haberlo hecho: ¿no me habría vuelto más loco y mi conducta se hubiese descontrolado hasta el punto de haberme dividido en dos personas? ¿No habría empezado a hablar conmigo mismo y darme las respuestas que quiero? Es una posibilidad. Para allá me dirijo.
Eso sería sencillo si, por alguna razón, yo te conociera aún más. Entonces: ¿de que me he enamorado? ¿De un misterio? ¿De algo incorpóreo? ¿De un sentimiento? ¡No! Uno se enamora de una persona, pero de una que conoce -o deja conocerse-. Y éste no es el caso. Estás tan al alcance de la mano, cual fruto del Árbol de las Ciencias del Bien y del Mal y tan distante como la prohibición de tomar tal fruto. ¿No fue el comer la manzana lo que nos hizo personas? ¿No fue eso lo que nos humaniza?
Mi carta es para que sepas que hay más que simples deseos de concretar un vínculo contigo, sino que existe más de algún factor que nos conduce a estar en esta calidad de perdidos. ¿Lo sabes? No lo creo; pero sé que tu corazón se divide entre lo que quieres y lo que sientes. ¿Lo que uno quiere no debe también sentirse? Y, ¿qué soy yo? ¿Sólo algo querible? ¿Soy sólo un sentimiento?
No soy sólo una meta. No me compongo de ideas. Soy algo corporal, algo que es de sangre y hueso. Soy una persona con una parte que puedes tocar y otra que puedes sentir. No soy algo corporal, tangible, empírico. Soy más de lo que tus sentidos pueden tocar o lo que tus sentimientos te dicten sobre mí. Soy cuerpo y alma. Si Platón habla del alma o "lo incorpóreo" y de lo material y tangible unidos en un "envase" llamado Persona, ¿por qué divides de tal manera a tu corazón?
No busco que me des una esperanza ni trato de ahuyentarte de mi lado. Evito destruir el statu quo entre tú y yo, porque no tengo más que un sentimiento y una directriz para lograr tenerte, porque no sé qué sientes; si sufres por esta situación; si me quieres o no.
No busco que por pena me quieras. Tampoco deseo que te alejes para no volver a saber jamás de mí. Solo quiero entender lo inentendible. Me confirma todo lo anterior lo loco que me he puesto. ¿Cómo quiero saber algo que no me es conocido? ¿Cómo piensas que haré algo si no das señales? "Nada es bueno si es a la fuerza". Lo sé. No tienes por qué repetírmelo. Te lo dije ese día en que nos veíamos tan llenos de afecto el uno por el otro. Y cuando tratamos de despedirnos. Ambos deseábamos llevarnos a la boca al otro, pero –creo que ahí fuiste inteligente y fatal- al pedir paciencia, me quedé ahí: con las ganas de beberme la respuesta y sobrepasado por la muralla de la incertidumbre que ello conllevó.
Ahora, vuelvo a prender un cigarrillo. Mientras veo el humo, me acuerdo de cómo te conocí, de cómo llegue de a poco, a envenenarme por las ganas de decirte que te quería y que mi maldita -¡maldita!- timidez me hacía masticar cada vez que te vi. Bastó el calor del aire, el vaso de cerveza o el poder tenerte tan cerca de mí como nunca antes -¿o fueron los tres?- lo que me llevó a decirte todo lo que prefería callar. Pero me abofeteó tu actitud. Tú también tenías el dilema. Y nunca pensé que, en ese momento, tú y yo nos pareciéramos tanto. Pero ahí no más quedó la convergencia.
Sólo espero que, si algún día llegas a leer esta carta, sepas que la palabra que aquí está es una fotografía del interior de mi alma. Y que he mantenido la cordura y llamado a mí siempre compañera timidez a que acompañe ahora mi sueño, en este cuarto que no se alcanza a llenar con tu figura, pero que no da abasto para todo lo que yo, en este momento, siento hacia tu foránea humanidad.
En algún lugar de Santiago, noviembre de
un año que no quisiera más recordar.
(basado en una historia verídica)
Comentarios
su carta me extrapoló
luego vino un cambio, una vuelta de tuerca, y la prepa está a dos cuadras de aquí, pero en realidad está a 8 años
encontré similitudes entre usté y yo, como esa persona que no sale en la foto y que baja a encontrarse con el subway
A veces la timidez parece ganar...en ocasiones es bueno atreverse...porqué hay cartas que parecen nunca llegar a destino...
Cuidate mucho
Auf Wiedersehen!